Ceci es como una de esas cajitas musicales chiquitas, las que miras y parece que son como cualquier otra, pero que cuando las abres te embriagan de sorpresa, música, belleza e ilusión. La conocí un día en que celebrábamos a una amiga muy especial y querida en común. La vi e inmediatamente me di cuenta de que quería tenerla en mi vida para siempre. Para resumir, ella es capaz de transformar una taza cualquiera en una verdadera “Obra de Arte”.

Nació en Córdoba, una mañana soleada de agosto en el Sur.

Su mamá Martha le enseñó a pintar con plumín y tinta china a los 9 años, cuando no se podía imaginar que con el tiempo, ese instrumento se convertiría en su varita mágica.

Es mamá de Agustina y Julián.

Aunque los caminos de su vida inicialmente siguieron el rumbo que marcaba el viento familiar, su esencia creativa y artística seguía latiendo y buscando salir; es así que hace 22 años empezó a pintar sobre todo lo que se le presentaba. Sí aparecía en frente un cartón, una hoja, algún vidrio, cualquier mueble servía para dar rienda suelta a un impulso mágico, que la hacía conectarse intensamente con la vida y la alegría. Hasta que un buen día se encontró con la porcelana, la que se convirtió en el gran amor de su vida. Ese canvas tan blanco, liso y brillante transmutó en el lienzo ideal donde dejar plasmados sus sueños y delirios más profundos.

Las tintas, los pigmentos y los diferentes materiales que constituyen los procesos alquímicos que realiza, son el sustento de toda su obra creativa y el motor que despierta a su niña interior frente a cada nuevo desafío.

A finales del 2020, se animó a abandonar su área de confort para salir a descubrir nuevos lugares, mundos y personas. Desde UK, Gales hoy pinta e inventa nuevos paisajes. Sentarse a una mesa, frente a algún gran ventanal de cualquier parte del mundo, con una taza humeante de café o té diseñada y pintada por Ceci, puede convertirse en el momento más feliz y luminoso de tu día.


ESCRITO POR ROMINA PEREYRA FUKUOKA